Existe un barrio llamado “El Planeta”, ubicado en el cercado de Lima.    Mi madre, quién vivió ahí gran parte de su niñez, me cuenta que en esa época ese barrio era una de las zonas más peligrosas de toda la ciudad; “El Planeta”, le pertenecía a ladrones de alto calibre y a asaltantes de bancos, y estar en ese lugar era convivir todas las semanas con balaceras, peleas y enfrentamientos entre vándalos y policías, toda una película de “Jhon Wick” y allí,  en medio del típico caos de un barrio extremadamente picante, vivía “Opalón”.

Opalón era un perrito callejero bastante alegre y delgado, con mirada tierna y de color crema, los vecinos decían que nació siendo hincha de la “U” y lo acusaban de robar la carne de las tiendas y de ser adicto confeso a los huesos que la gente le tiraba desde sus ventanas.   Sin embargo, y a pesar de sus fechorías perrunas, Opalón era muy querido en el barrio, ya que tenía como principal trabajo ser el “chaleco” de todos los vecinos que se dirigían en la mañana a su centro de labores.

En el Planeta, no solo vivía gente malandra, también había gente pujante y luchadora, que trabajaba para salir adelante y ,Opalón, los acompañaba a empezar su jornada, por lo que al final del día se ganaba su “dosis” de huesos con pedacitos de carne.   Opalón era tan inteligente que acompañaba al paradero a un vecino y regresaba para recoger al siguiente, él sabía de memoria los horarios de cada uno de ellos. Y así transcurrían los días del buen Opalón hasta que, una tarde, mientras los vecinos festejaban el cumpleaños de uno de sus familiares, unos delincuentes de la zona entraron furibundos a asaltar a las personas de la fiesta con arma en mano. Varios de los vecinos se enfrentaron a los malechores y, Opalón, quien se encontraba afuera de la reunión disfrutando las sobras que los invitados le dejaban en platos descartables, entró raudo y veloz para defender a quienes consideraba su familia, y se lanzó directamente al brazo del delincuente provocándole un gran dolor que lo hizo retroceder y desistir del atraco, y detrás de él escaparon sus otros dos compinches al ver que su cabecilla huía adolorido.   Las personas, automáticamente empezaron a alabar la acción del perro y esa noche éste recibió doble ración de cena. Pero los delincuentes conocían a Opalón, y tomarían venganza por su heroica acción.

Al día siguiente, Opalón tomaba su siesta tranquilo en la vereda, con el estómago lleno del banquete que devoró la noche anterior, hasta que un auto se estacionó cerca de él y bajaron dos sujetos, y con la ayuda de un costal y un palo se llevaron al pobre a la fuerza. El perrito, por más resistencia que puso, no pudo liberarse, y cuando por fin vio la luz después de haber estado dentro del costal por varios minutos, se dio cuenta que estaba encerrado en una jaula.   El delincuente al que mordió la noche anterior tenía contacto con gente de la municipalidad y los sobornó para que lo atrapen y encierren tras las rejas en la perrera del distrito.   Felizmente Opalón era tan querido que hasta los mafiosos lo conocían y el ladrón, al que mordió, sólo quería que escarmiente unos cuantos días.  Después de una semana las personas empezaron a sentir la ausencia de Opalón en el barrio, así que averiguaron y se enteraron de lo ocurrido, lamentablemente el pobre perrito era de la calle y nadie lo podía reclamar, por lo que entre todos los vecinos se organizaron y se turnaron para llevarle comida a “la cárcel” (la perrera).

Felizmente esto sólo duró solo una semana más y tras la presión de todos los vecinos que iban a visitarlo a diario, Opalón, salió en libertad y desde ese entonces, el noble perrito, nunca más tuvo que dormir en la calle ni rogar por comida, ya que varios de los vecinos entendieron lo que Opalón era capaz de sacrificar para cuidar de los suyos y no quisieron ser ingratos con él, así que a partir de ese momento lo dejaban entrar a sus casas, agradecidos por ser el héroe más tierno.

Ahí vivió feliz todos sus años, rodeado del amor de los vecinos, en “El Planeta de Opalón”.

Escrito por: Pierre Vergara
Foto referencial – Opalón vivió en El Planeta entre los años 1960 a 1970, el perrito de la foto tiene mucho parecido